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domingo, 4 de agosto de 2019

MIS EXPERIENCIAS CON PLANTAS SAGRADAS. LA PRIMERA: AYAHUASCA


MIS EXPERIENCIAS CON “PLANTAS SAGRADAS”

Sin dudas, todas las plantas son sagradas en este planeta, sin ellas no sería posible nuestra vida. Pero cuando se habla particularmente de “plantas sagradas”, se hace referencia a aquellas que son utilizadas desde hace siglos por varios pueblos, con el fin directo de sanar o revelar situaciones profundas de los seres humanos. Estos usos se deben a sus altas propiedades enteógenas, que permiten una visión más amplia del funcionamiento de la consciencia en el ser.
Todos somos espíritus, mucho antes que almas, y mucho mas antes que cuerpos. Por lo tanto, todos estamos en un camino espiritual, de regreso a nuestro origen, seamos conscientes de ello o no. Cuando uno comienza a ser consciente, por la razón que sea, se van acercando a este camino diferentes herramientas de auto-conocimiento, que permiten el auto-reconocimiento de lo que somos y la liberación, progresivamente, de los patrones mentales que limitan la expresión de nuestro ser. Una de las grandes herramientas de sanación y liberación que se presentan son estas plantas, que poseen una gran conexión con los aspectos espirituales de nuestro ser.
Quién esté interesado/a, lo invito a que busque información en diferentes sitios de internet, o en donde sea, sobre las propiedades sanadoras de estas medicinas naturales. 
En mi caso, voy a compartir algunas experiencias que tuve con ellas que aportaron grandes beneficios a mi vida. Estoy seguro que esto es útil para cualquiera que esté buscando el bienestar espiritual. Voy a relatar 3 experiencias, 2 con “Ayahuasca”, también conocida como “La abuela” y 1 con “Wachuma” ó “San Pedro”, conocido también como “El abuelo”. En este texto relataré la primera experiencia.
Ante nada me gustaría aclarar que bajo ningún modo quiero inducir a nadie al consumo de estas plantas, sino mostrar los innumerables aportes positivos que otorga esta herramienta natural para nuestro bienestar en todos los aspectos.

MI PRIMERA EXPERIENCIA. JUNIO DE 2017. CONOCIENDO A LA “AYAHUASCA”
Llevaba ya un tiempo dándome cuenta de que había muchas cosas en mi mente que no me permitían disfrutar de la vida, y por mí mismo no podía entenderlas. Había hecho algunas terapias alternativas, consultado a médiums, y recibido alguna información que me ayudó a estar mejor. Pero nunca imaginé que esta planta podría aportarme tantos aprendizajes, en tan poco tiempo.
Este malestar que sentía me llevó a investigar sobre el uso de las PLANTAS SAGRADAS. De pronto, una amiga me invita a una CEREMONIA, que se iba a realizar muy pronto. Al principio dudé mucho, tuve miedo e inseguridad. Pero en el fondo algo en mi corazón estaba completamente seguro de lo que iba a hacer.
Para hacer estas ceremonias, se piden unos requisitos previos que cada uno debe ocuparse de cumplir, y que harán que la planta pueda actuar mejor sobre el cuerpo físico y los otros cuerpos de los que estamos compuestos. Básicamente consiste en la abstinencia de sexo, drogas, carne y todas las sustancias que hagan pesado nuestro cuerpo, durante aproximadamente 1 semana antes del ritual. La idea es ir lo más limpio posible.
Llegaba el día de la ceremonia, mis expectativas crecían a mil por hora. Llegamos al lugar, era un amplio salón, en el cual entramos cerca de 40 personas. El ritual comenzó después de una larga espera. Una mujer, que cumplía el rol de chamana ó más bien guía, presidía la reunión. Comentó al principio todos los recaudos a tener en cuenta, entre ellos, tener un balde a mano por si el cuerpo pedía vomitar. En mi caso no ocurrió.
  Empezamos, 1 por 1, a consumir aquel elixir sagrado. El líquido se ve como si fuera un licor marrón, y es servido en pequeñas medidas. Mientras, todo se acompaña con cantos y respiraciones. Al momento que me tocó tomarla, recordé algo muy importante, sobre lo que luego volveré: la intención. Debía sostener en mi corazón la intención por la cual decidía tomar el brebaje, para que así la planta se ocupe de dar las respuestas oportunas. Cerré los ojos y la bajé de un sorbo. Volví a mi lugar, al ladito de mi amiga. Pasó media hora, 1 hora, 1 hora y media.. y nada pasaba. Me resultaba raro todo, podía ver que a algunos ya les estaba haciendo efecto y a mi nada. Empecé a desconfiar, a creer que todo era una mentira, que me estaban estafando el dinero, que por cierto era muy poco, $500 en ese entonces.
Traté de sacarme esas ideas y volví a tomar una medida, a ver si esta vez algo pasaba. A los pocos minutos, mi mundo entero cambió. Yacía recostado, y de pronto comencé a sentir una energía que tendía mis brazos hacia el cielo. No podía hacer más que dejarme llevar. Mi mente, de forma inexplicable, comenzó a desaparecer. Empecé  a vivenciar cosas. Lo primero que recuerdo, fue que alzaba mis manos con diferentes formas, y me asombraba de ellas y de cómo se movían, de una manera perfecta y como danzando, dando mensajes. Pronto, comencé a hacer los coros de las canciones que estaban sonando. Lo que me pareció increíble fue que naturalmente entonaba a la perfección sonidos de canciones que no conocía, no sus letras, pero si podía seguir sus melodías, como si fueran yo mismo. Y esa voz que salía era mi ser, mi espíritu expresándose, jugando con la armonía de los sonidos. Ese simple hecho era para mi un gran acontecimiento, ya que en esa época me costaba mucho cantar delante de los demás.
En un momento, toda esta energía que ascendía por mí era muy fuerte, estaba a un paso digamos del delirio, pero alguien que estuvo cerca mío durante toda la ceremonia, me ayudó a controlarme y a bajar a la tierra. Comencé a distinguir, dentro de los sonidos que salían de mí, características de la personalidad de mi vida actual que provenían de otras vidas. Me reconocí, por ejemplo, como un arlequín o bufón. Podía sentirlo, ¡en algún momento había ocupado ese papel!. Y tengo en esta vida muchas características de ese personaje. Cuando experimenté esto, comenzó a pasar lo más grandioso que me otorgó esta experiencia. Me alzé, me centré un poco, y empecé a ver a todos los demás. Podía verlos tal y como eran, piezas de una gran unidad. Y cada uno tenía su particularidad y su don que estaba ejecutando. Algunos danzaban, ellos eran la danza, otros tocaban instrumentos, ellos eran esos instrumentos, otros acompañaban en silencio y con sonrisas, ellos eran eso. Cada uno cumplía su rol dentro de aquella gran red, no había diferencias entre nosotros, eramos como células de un mismo cuerpo con diferentes funciones. Era muy impactante ver cómo el movimiento que una persona hacía se correspondía exactamente con el movimiento del de la persona que tenía al lado, ninguno podía hacer algo que no estuviera en armonía. Ví la unidad que somos, todos estamos unidos por una red, y nuestras acciones tienen efecto inmediato en el mundo, aunque no lo percibamos.
De pronto, me pasó algo muy loco. Si me detenía demasiado mirando a alguien ejecutando sus virtudes o dones, la planta hacía que vuelva mi rostro hacia el centro y me indicaba que me mire a mi mismo. Es difícil de explicar, pero esta fuerza me llevaba y yo sentía que tenía mucha razón y que estaba actuando para mi bien y me dejaba llevar. Luego de esto empecé, con los ojos cerrados, a sentir la energía de la planta. Dentro mío, la sentí como una mujer de color negra oscura, sin rostro, pero con un cuerpo. Ella tenía como extensiones medio humanas-vegetales y lo que hacía constantemente era acariciarme, calmarme, tratarme con un amor que sólo podría equipararse al de madre. Esos cariños que me daban, no tenían nada que ver con lo sexual. Era sentir el amor puro de esta energía, altamente femenina, que se encargaba de mostrarme que debía tranquilizarme, y que todo iba a andar bien.
Todo esto fue para mí muy fuerte. Y lo más impactante es esto que contaba sobre la desaparición de la mente. Díficil de explicar. Lo que sentí fue como si el hemisferio izquierdo del cerebro (que se encarga de la lógica, la memoria, el lenguaje), hubiera desaparecido por completo, por lo tanto sólo funcionaba mi lado derecho, la denominada mente abstracta. Así que podía percibir las cosas sin juzgar, tal y como eran.
Recuerdo que en un momento, pude ver cómo la guía de la ceremonia le dijo a mi amiga que cante. Y cuando las vi a ambas, pude ver que sus almas eran muy similares, ambas tenían entre sus poderes la sanación y estaban, casualmente, enfrentadas. Pude sentir cómo se trasmitían la energía, cómo en verdad eran lo mismo. La guía, ya experimentada, la estaba invitando a mi amiga a que comenzase a expresar su ser en su camino espiritual, y le decía que toque el tambor. Era un traspaso de roles muy profundo.
Pasaron muchas cosas mas, como ver muchos fractales perfectos dentro mío, imágenes que se asimilaban a los vitró eclesiásticos. Muchas imágenes verdes se me venían de manera espiralada y perfecta, y podía sentir a pleno a la naturaleza dentro mío, aunque estábamos en un salón cerrado.
Después de varias horas, conseguí dormirme. Al despertar, ví que algunos no habían dormido nunca, fue lo primero que me llamó la atención. Estaba en un estado de paz total, tratando de asimilar las experiencias fuertísimas que había vivido. Agradecí enormemente a quien había logrado bajarme de mi casi-delirio, quien pasó toda la ceremonia en un rincón sentado como un buda.
Tenía unos nuevos ojos, había conocido el espíritu que permea todo lo que existe. Cuando fui a pagar el dinero que se había pactado, sentí de hecho que era muy poco en comparación con los aprendizajes que había vislumbrado aquella noche. Incluso sentí también un poco de vergüenza por la desconfianza que había tenido antes de iniciar la ceremonia.
Aquella mañana, continué mi día camino a la casa de mi hermana. Allí me junté a comer con ella y mi padre, dos personas para mi muy significativas, con las que últimamente solía discutir mucho. Pero ese día, en las charlas que tuvimos, yo poseía un estado de paz tal, que no podía tener ninguna reacción ni enojo. Se me ocurre ahora qué habrán pensado ellos, seguro les resultó rarísimo que yo no reaccione, ¡Jaja!. La planta me seguía enseñando, la calma ante todo, ante cualquier tormenta. Me sorprendía mucho que ante ciertas acusaciones y desacuerdos que teníamos, ni se me ocurría contestar mal o desarmonizar. Vale destacar que este estado duró unos días, y luego volvieron las discusiones, pero.. yo ya había visto el camino hacia la paz, cómo debía reaccionar ante los tratos hostiles, ó tal vez que yo sentía como hostiles.
Algo de esto fue lo que viví en aquella gran noche, de mucha luz, mucha expansión, mucha paz y amor eterno, aquel que va dirigido hacia todo lo viviente. ¿qué mas puedo decir? Sólo agradecimiento pleno a la existencia de este maravilloso instrumento de evolución espiritual.
Es importante destacar que en ningún momento se pierde la consciencia y se tiene plena capacidad de decisión de los actos, excepto en algunos momentos donde, en mi caso, la energía era muy fuerte y precisé que alguien me baje un poco. Es aquí donde se vuelve importante la realización de ceremonias grupales y la presencia de personas experimentadas.
Quisiera agregar algo más sobre un factor importantísimo que antes mencioné, el de la intención. Cuando uno realiza ceremonias de este tipo, es recomendable ir con una intención de sanar o trabajar algo concreto, y allí todo lo que ocurra tendrá que ver con eso. Si no sabés con qué intención ir, no pasa nada, la planta va a saber actuar igual, y te llevará seguramente a lugares que ni te esperabas. Pero el hecho de ir con algo en mente genera un trabajo más profundo sobre ese tema, aunque luego la planta irá donde considere ir.
Ojalá toda esta información puede serle útil a todo aquél que esté buscando herramientas para poder estar en paz con su espíritu. Agradezco el tiempo que dedicaste a leer este relato.

Se hallan aquí debajo otras 2 experiencias.
Un saludo enorme!!
Franco.

La segunda: AYAHUASCA, esta vez en plena naturaleza 

La Tercera: WACHUMA o SAN PEDRO 

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