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sábado, 23 de noviembre de 2019

VIENE UNA GRAN OLA

Viene una gran ola preparándose para irrumpir. Trae consigo toda la seguridad de las inseguridades conservadas durante años. Trae gustosamente también toda la luz vertida por los soles que dieron brillo a su claridad. Trae flores marchitas y nueva tierra para el nuevo mundo. Trae barcos anclados y cruceros con velas, gigantes como una isla. Viene allí la ola, lenta pero precisa, impaciente y segura, altiva, confiada. Va empujada por la fuerza de su espíritu inmanente. Trae consigo también promesas de esperanzas vacías, altibajos de receloso proceder. Trae en sus maletas visturíes para operar mentes y sueños de colores náufragos, trae anchas casas desterradas del pudor de sentirse muerto, trae colágenos de tergopol y máscaras atenuadas por la ventisca inevitable del paso del tiempo. Viene tan fogosa, deslumbrante y perfecta, que nadie duda de sus efectos inmediatos. Viene a desmantelar todas estas hectáreas de falacias pendidas de tan pequeñísimos hilos. Viene a compaginar nuevos atardeceres, para confeccionar el libro de la vida auténtica. Viene porque es el momento, porque cruzó el océano para llegar hasta este sitio y cumplir su trabajo. Viene porque la necesitás y porque la tierra precisa de nuevos minerales para renutrirse. Ahí está, tan cerca que su sombra cubre los techos que te construiste, tan sobria y saludable como la brisa de la mañana, como la sal del mar con el primer rayo del sol. Ahí está, viva por ahora, hasta que se esfume entre los poros del cuerpo de la tierra, que precisa una reconección con su origen divino.
Ahí está, anegando tu corazón, para volverlo de cristal.

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