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sábado, 5 de septiembre de 2020

AVIVANDO EL FUEGO QUE AVIVA (Graciela)

  Avivo la llama con el fuelle y el fuego adquiere rápido su color rojo-violeta. Sus llamas se deshacen hacia las alturas en tonos de naranja. Le arrojo unas hojas de mandarina y el aroma acre se transforma en un cítrico agradable, como cuando limpio el piso con agua de mar auténtica.
  Entonces, en la pantalla de mi mente, surgen imágenes de basura que sale de rincones increíbles -menos mal- y aparecen versos con olor a pasto recién cortado.
  Mi muñeca, poseída de deseos de limpiar la maloliente peste, cesa de moverse. Las lavandas que brotaron entre las rocas, me regalan su perfume suave y relajante al abrir la puerta del balcón.


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