viernes, 8 de mayo de 2020

SOMOS

Los desgloses de tus ojos cierran los miedos de mi alma y comprimen los otros sueños volátiles azulados. Pronto, ese descomunal abrazo irrumpe tan oportunamente que los cilindros que tomaban el tiempo de tu amor, explotan de alegría universal. No somos diferentes, apenas compaginamos los matices de un mismo color, los puntos de un mismo cielo. Y si tu corazón quiere, irá adentro del mío a beber su agua, y yo iré sin el desierto de mis virtudes en potencia, de lleno a la aventura de aproximarme al punto más diáfano que existe.
En tu mirada transversal, puedo ver que no hay milímetros que no estén compuestos de la fuerza de la vida, y me llevás a pensar que nada de esto que digo es efímero, todo carga con la presencia perenne de tu ser.
No soy un nefelibato porque pienso así, porque en verdad no estoy pensando. Soy un rayo más en la fiesta que el sol hace cada día cuando nos muestra un pedazo de su vida flamear. Canto por él y por tí cuando estás en él, por tu calma inaudita que sobresale de todos los ríos del cosmos. Seremos esa hiedra de luz que reclame su divinidad, desparramando ritos ancestrales en el medio de los caminos de Dios. Observaremos todas las constelaciones fluir en la realidad del espíritu, y no tendremos más dudas sobre las piezas que componen lo que somos. Porque hoy somos y mañana seremos, ya que siempre fuimos energía. Siempre transformándonos en busca de una experiencia más cercana a nuestro gran centro-origen-destino, que es el mismo cada vez y a la vez no lo es, porque vamos ascendiendo peldaños en el escalafón de lo inefable. Me quedo con tu aroma pulcro y magnético, que baña mis sentires como soplos del más allá, que siempre es más acá.
Dame y te doy, te doy y me das cada vez más. Ese lazo, ese pretexto es el texto más bonito, es el pulsar más preciso en esta vida transigente y telúrica. Te alcanzo este espacio de locuras tangibles, me muevo en los senderos que abris con tus ojos rojos. Salís de mi fuente y te metés en mi fuerte anhelo de gozar y pronto sos mis manos y mi pelo. Te recorro en tus diferentes cuerpos, y no hay lugar donde no sienta que es mi casa. Me ves cuando me acuesto en el mar, y sólo son tus gotas las que me mojan. Amo este momento de fusión, donde eres todo lo que soy y donde soy todo lo que eres.




IMAGEN DE SALVADOR DALÍ
CUADRO TITULADO: "Los amantes pacientes"


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