martes, 4 de enero de 2022

VIAJE A LAS ESTRELLAS

 Dios me permitió en un viaje a las estrellas mirarlo de frente, ver su rostro desdibujado, pero a la vez perfecto. Tenía todos los colores del cosmos. Tenía azulejos de mansiones indemnes. Tenia corazones que orbitaban alrededor de su cabeza. Tenía en el cuello una guirnalda color blanquecina. Tenía un corazón que latia tan fuerte que parecia que estaba fuera.

 Dios me dejó entrar porque lo deseé con mucha intensidad. Lo mío no pasa por el fanatismo. Lo mío no pasa por lo estrictamente religioso. Lo mío pasa por sentir la naturaleza de mi alma, la naturaleza de la vida que me compone. Y así, dejarme llevar por aquel tirón para encontrar a Dios, que al final es la vida que nos hace mover.

Ahora que estoy enfermo, con la fiebre alta aunque con el corazón abierto, Dios decidió llevarme a esas estrellas, esas estrellas tan lejanas.. pero a la vez se veían tan parecidas a un hogar! Tan parecidas a un espacio de recreación, de vibración alta,  que simplemente yo quedé anonadado. Después de observarme, Dios entendió que realmente no era importante, tan importante, que yo recordara su rostro, más si su presencia, más si este momento.

 Él bajó de aquella estrella y me llevó a recorrer otros mundos. Me mostró cómo la vida late en cada rincón del universo. Me mostró cada una de las formas de vida que existe en esta parte de la creación. La creación es tan grande que nunca podrá ser conocida por nadie en su totalidad. Claro.. sólo por su creador. El único Dios. Padre Absoluto. AQUELLO.

 Los planetas que visité tenían aspectos muy luminosos. Algunos incluso eran más bien etéreos. Uno parecía que su suelo flotaba, podía verse incluso hasta varios, varios kilómetros por debajo de la corteza de la tierra. Incluso en alguno de los planetas la conexión de sus habitantes con la naturaleza era tan grande que con sólo tocar un árbol podían detectar su estado de salud, su edad y su proceso estacionario.

 Había otros planetas, sin embargo, que aún estaban en guerras muy superficiales. Guerras por el territorio, destrucción. Guerra por tecnologia. Guerra por minerales. Minerales que puedo decir que acá en esta tierra ni siquiera son pensados. Minerales acuosos que se transforman con la luz del sol.

 Todo esto pasó en mi viaje y mucho más. Pero esto que cuento es suficiente para mostrar que la vida es muy extensa. Que el sufrimiento sólo se da cuando nos quedamos estancados en un pequeño puntito de aquel enjambre gigantesco y misterioso que es el universo. Las miles y miles de galaxias. Los cientos de trillones y trillones de planetas. 

 Esta visión me otorgó realmente una paz estremecedora. Me entregó un confort, una gran seguridad de que estoy en el camino. Y de que cuando los problemas abruman, aunque yo esté junto con tanta gente aquí en el planeta tierra, cuando los problemas abruman, hay que recordar que somos millones y millones de trillones de almas que andan por el universo evolucionando. Cada una a su ritmo. Cada una en su territorio. Buscando poder de la mejor manera crecer.  Algunas en algunas sociedades muy conscientes, donde ya no necesitan más que pensar para moverse, para actuar. Para ser. Donde la evolución es tan grande que entre sus habitantes no notan la diferencia, tienen plena consciencia de su separación, pero viven desde la unidad. Porque saben que deben desarrollar en este momento esa escala. Esa escala de crecimiento. 

 Entonces, ahora que Dios me ha depositado de nuevo en esta cama, puedo con mucho agradecimiento decirle que deseo que esta experiencia la tenga todo el mundo. La experiencia de conocer la totalidad dentro de uno. La experiencia de vivir desde la unidad que somos. La experiencia de ser desde lo más puro, lo más íntimo. Desde la esencialidad máxima. 

 Agradezco nuevamente a Dios por esta oportunidad. Por este viaje que, en su momento, me parecía infinito, totalmente atemporal. Pero luego cuando volví aquí entendí. Entendí que todavía soy un ser humano y debo honrar mi humanidad. Y debo aceptar mi cuerpo. Mi cuerpo con todas sus debilidades y con todas sus fortalezas. No sólo mi cuerpo físico sino también mi cuerpo emocional, mi cuerpo mental, mi cuerpo álmico o causal.

 Todos los cuerpos están siendo constantemente sugestionados por el exterior y por el interior. Y hay que admitir que es cuestión de tiempo poder seguir en esta senda y crecer y aumentar el tamaño y, más que el tamaño, la seguridad, la firmeza y la unidad entre todos los cuerpos. Entre todos los chakras. Para volverse simplemente una extensión de la creación. Sin una mente racional castradora. Sino con una mente racional que ayuda, que coopera con la evolución del alma. Que se pone a su servicio. Que renuncia a querer ganar importancia. Que busca dentro de sí también la realización. 

Toda vida, todo, es energía. 

Y este es el momento para aceptar. Para aceptar total y completamente la experiencia humana.