Déjame contarte.
Morimos y renacemos. Muchas Veces. Incluso durante una sola
vida física. Las muertes interiores son verdaderos anuncios del destino. Estratos
que se desprenden y despedazan como un glaciar que se desmorona por el simple
hecho de lo que en su entorno sucede.
Buscamos
indeclinablemente el cumplimiento de nuestros anhelos, a veces con más fuerza y
otras veces con menos, pero siempre ahí vamos. Pero llega un punto en donde ya
no podemos avanzar más. Hay un gran muro, cargado de llanto y penuria, dolores
actuales, pasados y hasta futuros. ¿Cómo atravesar ese muro? Como dice la
serie, ¿será “Aquella luz que no podemos ver” la que pulverizará este gran
paredón? ¿Qué pasa cuando ya agotamos todos nuestros recursos, cuando no hay
más nada que una súplica que se repite constantemente, día tras día, sin ver la
claridad que se espera?
¿Qué sucede cuando ya nada sucede?
Dejaré lo retórico para que experimente su propio vuelo.
¿Cómo quieres vivir? Siéntelo. Cuando lo sepas, suéltalo. Es
que tú no puedes decidir la forma en que eso será manifestado. Los personajes y
las escenas vienen dados por la vida, aunque sí impulsados por nuestra energía.
Lo único que puedes hacer es pararte en medio de ello e integrarte en la obra.
Ya ni siquiera como protagonista principal, si no como un simple objeto que
forma parte de la proyección. ¿Nuestra vida humana es un cortometraje o un
largometraje? Ambos pueden ser. Sin problemas. ¿De qué depende? De nuestra
mirada. De la intensidad de nuestras experiencias. De la cantidad de vida con
que transitamos cada paso del camino. Camino largo, estrecho a veces, infinito
otras. Pero siempre camino. Somos camino. Somos fresca multitud. Un aire que se
pasea entre cada ser que se encuentra. Una brisa divina. Una pausa
irremediable.
Somos canto, vida, tierra y sol. Somos deseo, y mar de
consecuencias.
Somos almas vibrando. Y en ello se nos va la experiencia. Se
nos va sin saborearla a veces. Se nos va como agua entre las rocas. Desaparece
como el picaflor. Es fugaz como una mirada atemorizada. Es breve, como el lapso
que existe entre lo que pensamos y lo que decimos.
En las estepas de este camino nos esperan más aventuras, de
colores indefinidos y de aromas extravagantes. Algunos que nunca han sido
percibidos, porque son… ¡Tan Sutiles! La sutileza es al final la herramienta
más fértil de creación. El espacio en donde las gotas se reconocen lluvia. Y
donde los rayos se reconocen sol.
¿Cuánto más caminaremos con la incertidumbre? ¿Cuánto más soñaremos?
Somos creación en transmisión directa y eterna. Cuando
seamos conscientes de eso, tal vez sea el fin de nuestros “problemas”. O al
menos la disminución notoria de su influencia en nuestra vida.
Déjame contarte.
Estoy muriendo ahora, y éstas son mis últimas palabras. Mi nuevo
Yo tal vez no se reconozca con ellas, pero hoy son lo más importante que tengo.
Morimos y renacemos. Muchas Veces. Pero es cierto que, algunas
de ellas, nos transforman por completo.
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