Te soñé caminando por un vacío existencial, sólo comparable al fin de los tiempos. Tu voz de cristal se perdía paulatinamente a medida que te adentrabas en aquel submundo. Por más caótica que parecía la situación, no lo percibí como algo extraño. Sentía que las cosas estaban sucediendo tal cual tenían que ser. Por eso -aunque debo admitir que al principio lo dudé- resolví no entrometerme en los asuntos del destino. Entendí que Dios y Destino son sinónimos: ambos son inevitables. Y tú habías decidido dejarte llevar por aquel torrente de realidad. Ya no querías luchar más. Sólo aceptar de manera profunda y sincera que tu lugar ya no era éste. Que tu lugar nunca es tu lugar, sino el lugar que la vida define para ti.
Cuando ya definitivamente tu figura se deshizo y no pude percibir más nada de tí, entendí que ahora estaba llegando mi hora. Era yo quien debía dejarme arrastrar por aquél aluvión de energía o seguir intentando imponerle mis planes a la existencia. Ya había hecho lo segundo durante prácticamente toda mi vida. ¿Y qué había conseguido? Solamente fortalecer mi "yo", la percepción que de mí he construído. Por lo tanto, seguir por esa senda no me daría más que otros tantos colapsos y choques contra mis propias creaciones. Seguiría frustrándome y repitiendo los mismos patrones y formas de pensar y actuar.
Pero elegir la primera opción tampoco era cosa fácil. Se habían arraigado tanto en mí aquellos hábitos egóicos que me era incluso imposible pensar en qué podría ser yo sin ellos.. ¡y ahí entendí!!! entendí que mi gran problema era querer saber con exactitud lo que venía y lo que pasaría si eligiera esa primera opción, para poder tener control sobre eso !! ahí estaba todo. Mi sufrimiento provenía de no poder tener un conocimiento y un poder sobre lo que iba a suceder, porque eso no entraba en los parámetros de mi "yo", tan acostumbrado a las mismas cosas -con diferentes formas- durante toda su vida.
Entonces.. con lágrimas en el alma, tuve que aceptar que lo mejor para mi proceso de vida era probar con algo que nunca había hecho: Soltar todos mis deseos, todo lo que alguna vez pensé que quería para mí y entregarme de lleno a la incertidumbre total de la vida, usando como única herramienta la confianza plena en la existencia, en dios, es decir, en el amor. ¡Así todo tenía más sentido! Por eso cuando te vi esfumarte en aquellas nieblas de luz, tu rostro no era para nada de tristeza, sino que se podía notar en él un gozo leve y equilibrado, como el que nos provoca disfrutar un amanecer.
Cuando me llegó el momento, solté todo, y sentí un inmenso temblor. Tan grande, que creí literalmente morir.
Un rato después -imposible saber el tiempo, ya que no había manera de computarlo, podrían haber sido 2 horas o 2 meses- me encontraba para mi asombro en el mismo sitio. No podía entender... ¿Qué había sido todo eso? Pensé que al despertar me hallaría en otro lugar, algo así como el Edén o algún paraíso perdido en los confines del universo. Pero NO... estaba en el mismo lugar.
Y de pronto.. apareciste. Diáfana, flemática, modesta, y tan real como mi propia piel. Nunca te había podido percibir así! ¿Podrías haber cambiado tanto en tan poco tiempo? Comprendí que eso era imposible. La única explicación que encontré fue que el que había cambiado era yo, y que mis ojos eran completamente nuevos. Por lo tanto podía percibir sensaciones y colores que antes sólo sentía esporádicamente. Aquello que era temporario en mi, ahora era mi realidad permanente. Además, si bien estabas lejos, yo podía verte cerca, y si bien parecías un ser individual y separado de mí, yo podía verte como una extensión de mis ojos, y te perdías entre todo lo demás, que también era parte de lo único que existía: La unidad de la vida.
Y lo comprendí todo... Nunca es el afuera, es en nuestro mirar que se halla o lo real o lo falso, o lo eterno o lo pasajero, o lo bello o lo feo, o lo pacífico o lo tormentoso. Pude discernir que toda mi vida había estado viendo una realidad artificial, condicionada por la cultura en la que nací y por sistemas de creencias que nos acostumbramos a adoptar y crear. Y pensé.. ¿Cuántos más están en aquella ilusión que yo he estado siempre? ¿Cuánto sufrimiento se desprende de la mirada errónea? ¿Cómo puedo llevar esto a los demás para que se salven de los infiernos creados por los errores en su vista?
Debo confesar que aún no tengo las respuestas. Pero he dado un gran paso en este sendero. Y a partir de ahora intentaré llevar esta enseñanza de la mejor manera a quien la precise conocer, porque entendí que la vida es una bebida sagrada que lo único que exige es que tengamos sed de ella.