Nos despedazamos en sueños, en teorías vagas! En ilustres comentarios dirigidos hacia la nada! Pero, mientras tanto, en el fondo ahí en el fondo más claroscuro y luciérnago, hay un faro divino pulsando amaneceres y haciendo mover a las estrellas. ¿Por qué huimos de la hoguera del amor eterno si es la única que, quemándonos, nos revitalizará? Ya es hora de zambullirse allí, en la siempre-abierta luz emergente, que a todos alcanza y a nadie rechaza, que bebe de la copa que, aunque vacía esté, siempre sacia a nuestra alma. ¡No es el líquido lo que nos quita la sed, sino la conexión con el Todo, nuestro hogar más interno, nuestro sol más luminoso!
Ahora, que el tiempo corre con desventaja, es momento de dejar las excusas en la repisa, y salir sin prismas al juego primoroso de la existencia, que nos aguarda, desde siempre, con la sabiduría de su infinita paciencia.
